El otro día me explicaba una amiga la pericia de su hermano para conectarse a un wifi ajeno. Por lo que me ha contado en otras ocasiones debe ser un virtuoso del pirateo. Mi amiga lo comentaba como algo natural, incluso loable. Yo sé que ella es honrada y eso es lo más preocupante: que hasta el español más honrado siga viendo normal el latrocinio más descarado. El problema no es el wifi del que alguien pueda beneficiarse. Lo terrible es que se hace lo mismo y sin conciencia con las películas, los discos y los libros editados en digital, como los míos y los de tantos escritores. Si alguien como mi amiga considera digno de elogio ese comportamiento, no sé qué va a ser de los artistas en este país. Hambre para el arte y miseria para la cultura. Por si no teníamos bastante con los Montoros y los Werts actuales y los que están por venir, además tenemos que bregar con las malas costumbres de la población. Me pregunto si a los que piratean les gustaría que no les pagaran a fin de mes. Seguimos en el país del trapicheo, claramente. Luego nos extraña que nuestros políticos sean unos ladrones.
Según pronuncio estas palabras, oigo a mis pies un ruido como de pequeño motor estropeado: Es la risa de Bardita, que desde que le hablé del Perro Pulgoso, anda practicando nuevas formas de expresión. –Así que no ibas a hablar de política, ¿eh?– me recrimina, dejando a un lado un juguete canino mordisqueado. –Sólo ha sido una inevitable mención, no te preocupes– le digo poco convencida. Guardo silencio un instante y me decido a continuar escribiendo lo que me sale de dentro, a pesar de la mirada vigilante de mi perra. La verdad es que estoy tan asqueada con esta gente que nos gobierna…, el desparpajo con el que mienten me parece bochornoso. Se quitan de encima a los jueces y comisarios que les podrían llevar ante los tribunales, se cargan las pruebas como los más astutos mafiosos. Mientras tanto, siguen adelante destrozando el estado del bienestar y hundiéndonos en una pobreza irreversible. Lo peor es que lo pueden hacer tranquilamente porque aun las encuestas les pronostican una victoria electoral. ¡Manda narices! ¿Pero qué ciudadanos le siguen dando su voto a los que les roban el futuro a sus hijos?.
Hasta hace poco dudaba si esto se debe a que somos un pueblo con un exceso de egoístas o de alelados. Según el estudio que se ha publicado recientemente, estamos a la cola en comprensión lectora y en matemáticas. Eso me ha aclarado las dudas. Si uno no es capaz de entender ni una oferta comercial, difícilmente será capaz de dilucidar los engaños y manipulaciones de los políticos a los que vota. Claro, que la mayor parte de los encuestados se educaron en el franquismo. Es decir, iban al cole a cantar el Cara al Sol y poco más. Una buena educación es el compost en el que se generan los nutrientes de una ciudadanía respetuosa, libre y creativa. Por eso siempre es el primer objetivo a destruir. Dejar sin recursos al sector educativo es atentar contra los derechos de los ciudadanos. Es vergonzoso que sigamos financiando los colegios concertados y los uniformes de los colegios privados mientras le robamos los profesores de apoyo a los colegios públicos. Debería hacer rechinar los dientes de cualquiera, por muy alelado que esté.
Veo que Bardita me mira con compasión. – Ya lo sé, ya lo sé, siempre vuelvo a lo mismo. Me gustaría poder hablar de los hermosos atardeceres que se ven desde mi ventana, de la risa de los niños y de la belleza del otoño. Pero los tiempos son chungos, perrita y no puedo mirar hacia otro lado-. Además, creo que todo ha sido minuciosamente planificado, nada es casual, todo nos lleva hacia el esclavismo laboral, la pérdida de derechos y libertades, y el embrutecimiento de la población robándole el acceso a la cultura. Todo para que unos pocos sean cada vez más ricos. Es difícil presenciar todo este cambio hacia el robotismo del ciudadano y encima quedarse callado.
Bardita se acerca y me lame los pies descalzos. Siento que mis ojos se humedecen por la sensibilidad de esta perrita, ella sabe que la cultura es muy importante en mi vida y que estén haciendo que se despeñe me toca el corazón. Menos mal que soy afortunada y tengo a tantos seres que me quieren. Tantos amigos y tanta gente que se asoma a mis letras y regresa una y otra vez. Me agacho y acaricio la cabeza de Barda. –Gracias, peluche-, le digo –deberías sentirte orgullosa, nos crecen los suscriptores en el blog como una lluvia refrescante-. Bardita gira la cabeza tratando de asimilar lo del orgullo. La verdad es que me siento muy honrada por tantas visitas y lecturas. Los lectores también son una fuente de amor. Yo, que nunca he creído mucho en eso de la media naranja, trato de comer todos los frutos a mi alcance. Bardita agacha la cabeza y murmura: – Ten cuidado a ver si van a pensar que eres un pendón-. – Que piensen lo que quieran -, respondo agitando la mano- no me refiero sólo a ese tipo de frutos, mal pensada. Ya sabes que de eso me estoy retirando-. Bardita vuelve a intentar emular al Perro Pulgoso antes de espetarme: – Querrás decir que te están retirando-. –Da igual, no seas tan malota – le digo y veo que su naturaleza dormilona empieza a hacer de las suyas. Bosteza sin disimulo. –Ya seguiremos hablando luego, anda, duérmete un rato-. Dicho y hecho, se enrosca sobre una de sus camas y al momento oigo su respiración pausada que invita a la calma. Verla ahí tan pequeña y tan viva despierta mi ternura. Estoy cada vez más convencida de que el amor, como las vitaminas, se obtiene de diferentes fuentes.
Os dejo con un tipo muy amoroso, que nos arrebataron demasiado pronto. Por suerte tuvo tiempo de componer una de las canciones más hermosas que se han escrito. Yo no renuncio a imaginar ese mundo mejor. ¿Y vosotros?