Asomarse a vidas ajenas y descubrir mundos desconocidos. Viajar por universos paralelos y más allá. Temblar de miedo. Morderse las uñas de impaciencia esperando lo que vendrá a continuación. Reír a carcajadas y enamorarse del contoneo de un buen culo. Sentir una inesperada emoción que nos arranca gruesos lagrimones. Saborear misterios enterrados de antiguas civilizaciones y aprender que podemos volar. Si alguien tratara de vendernos un producto que prometiera todo esto y más, correríamos a poner una denuncia por engaño. Sin embargo, no hay más que acercarse a una librería o a una y biblioteca y ahí está. Un libro contiene magia, ilusiones renovadas y nuevas experiencias para quien quiera zambullirse en sus páginas. Las instrucciones de uso son bien fáciles: debes sentarte o tumbarte en un lugar cómodo, aunque si prefieres, también puedes hacerlo de pie. Después explora la portada, acaríciala un instante, si te apetece; abre el libro, busca el primer párrafo y ya puedes empezar a disfrutar. En unos segundos lo que te rodea desaparecerá, tus problemas se ocultarán asustados en un rincón y el niño o la niña curiosos que hay dentro de ti tomarán el mando para soñar.
Feliz día del…
-¿Y ya está?- me interrumpe Bardita que está tumbada observándome con sus profundos ojos negros-. -¿De Rato y todo lo demás no dices nada?-. – Pues mira, hoy no me apetece, estoy tan asqueada que prefiero hablar de algo tan intemporal y hermoso como la lectura-. -Creo que te estás volviendo un poco blandita- replica Barda apoyando la cabeza en el suelo-. -No creas, lo que pasa es que he superado mi cuota de indignación y he gastado todos los insultos educados que conozco. Además – me agacho para hacerle una confidencia – entre tú y yo, creo que a esta gente que nos gobierna le queda medio telediario, como suele decirse. O eso espero –digo levantándome para encender la luz. Antes de llegar al interruptor veo que a mi perra se le abre una boca tan gigantesca que podría tragarse algún que otro planeta. Sin dudarlo un momento se tumba de medio lado y se dispone a dormir. -Yo que tú– dice con una voz que se va apagando lentamente- no esperaría tanto. Luego te tocará enfadarte…-. Regreso de puntillas para sentarme frente al ordenador y cuando mis dedos acarician el teclado, mi compañera peluda ya debe estar soñando.
Feliz día del libro. Espero que tengáis la suerte de poder escapar a lomos de una buena lectura. Ya sabéis, cada vez más, leer es una forma de rebeldía.