Dice el filósofo Epicteto que “si consigues una sola vez dilatarlo en el tiempo, te dominarás más fácilmente”. Se refiere al insulto. Yo, que en temas sociales y políticos, soy de calentón fácil, llevo unos días mordiendo el boli para escribir estas líneas desde la mesura. No es que me importe mucho lo que nadie pueda pensar sobre mí. Pero si llego a escribir esta entrada el lunes por la mañana, no sé si habría tenido a mano palabrotas suficientes.
- Pues sabes unas pocas, me consta – dice Bardita que está tumbada a mis pies –. Aunque a lo mejor se te han olvidado, con esas cosas tan raras que lees últimamente…
Mi perra tiene razón, de un tiempo a esta parte he perdido el gusto por la literatura contemporánea. Sé que regresará ese placer, pero ahora hay muchas cosas que me resultan vacías y previsibles, como quien se asoma a un mundo demasiado infantil. Cuando a uno le muerde de forma despiadada la desgracia, no encuentra alivio en menudencias y menos aun en algunos tostones que se publican hoy en día. Lo mejor es regresar a los autores que nos dieron pistas para encontrar nuestro camino. O preguntarle a los filósofos y a los poetas. Leer es conversar con otras mentes, vivas o muertas, y cuando uno está anclado en el dolor, necesita interlocutores lúcidos y serenos. Igual que volvemos a Mozart y a los Beatles, en busca del sosiego que nos ayude a reordenar el mundo…
- Me parece que el que va a ordenarlo todo va a ser el Rajoy ese con nuevos recortes – mi perra me interrumpe haciéndome aterrizar en la actualidad.
- Lo que más me gusta de ti, Bardita, es que vives en el momento presente- me agacho y le rasco detrás de las orejas.
La verdad es que cuando uno está inmerso en una crisis vital necesita a los afectos para regresar al ahora, al hoy, que al fin y al cabo, es lo único que tenemos. Pero el hoy de nuestro país tiene la cualidad de avergonzarnos. Al menos a mí. Cuando un pueblo apoya con su voto a un partido político corrupto hasta las trancas y que se comporta como una auténtica mafia, es que tiene la misma catadura moral. A una parte de la ciudadanía española, la corrupción no le estorba. Se ve que este país sigue siendo un hervidero de ladrones y chanchulleros. Un antro donde se aplaude al sinvergüenza y se encumbra al zoquete que no sabe hacer la o con un canuto.
- Ya te estás enfadando- dice Barda dejando a un lado su juguete y mirando alrededor para decidir dónde tumbarse.
- Es que es muy triste, peluche, además de los recortes que terminarán de asfixiarnos, a la libertad de expresión y a la cultura se les está haciendo un daño irreversible. Al final nos acostumbraremos a estar calladitos.
- Tú no creo – dice bostezando y tumbándose de medio lado.
Seguramente, en esto también tiene razón. Mientras tenga manos para escribir y voz que prestarle a mis ficciones, será difícil enmudecerme.
Confío en que a vosotros tampoco os tapen la boca. Y si lo hace alguien, que sea a besos. Espero que este verano tengáis a mano alguna isla donde reposar aunque no os alejéis ni un metro de vuestra casa. Las islas se encuentran con facilidad si uno las busca seriamente. La música y la lectura, la sonrisa de los que amamos o una terraza donde conversar con un buen amigo, podrían servir. Lo importante es naufragar a conciencia. No caer en la tentación de mirar demasiado al horizonte. Y si algún barco intenta rescatarnos, correr a escondernos detrás de unas rocas.
Feliz verano.