Ya ha empezado el verano, época de helados, playas y nuevos amores. Al menos para mucha gente. A mí, sin embargo, no me van los helados, la playa me gusta sólo para pasear y sobre los nuevos amores, no sé, no sé… Yo nací enamorada de la vida y últimamente no necesito mucho más. Así que el verano para mí tiene otro significado. Es una época fantástica para dejarse caer por Madrid. Cuando todos llenan las maletas de biquinis y toallas, los que fuimos urbanitas volvemos a tomar los museos y los Cafés. El verano también es tiempo para escribir. Sobre todo de noche, cuando alguna brisa se digna atravesar mis aposentos. La verdad es que ya había ganas de sentir ese regusto a vacaciones, más que nada para aparcar por un rato los sinsabores que nos ha dejado la primavera. Nos la han vuelto a clavar con todo el descaro: nos acostamos un día con un rey mata elefantes que ha dejado una estela de cuernos por todo el Palacio Real y nos levantamos con el hijo coronado y militarizado desde el minuto uno. Vamos, un asco. ¡Y qué decir del abuelo, que escribía a Franco bonitas misivas en las que le pedía permiso para regresar a España a matar rojos!. Precioso. Este nuevo Borbón que nos han impuesto es más de lo mismo. Vivimos en una dictadura repintada con colorines de falsa democracia, como una puta barata. No hay más que ver las imágenes del paseo del nuevo monarca por las calles de Madrid. En ese primer acercamiento a las calles de su reino, había más policía que gente. ¡Manda narices!. ¿No le dará vergüenza al nuevo eslabón de esa institución caduca? -¿Ya te estás enfadando?- dice Bardita despegando la cabeza del suelo. Estamos en el salón, reposando la comida. – No, Barda- respondo haciendo un gesto de hastío – Es sólo por comentar, yo creo que en estos dos últimos años ya he sobrepasado mi cupo de mala leche -. -Pues ten cuidado – Bardita habla ahora en voz baja – no te vayan a meter en chirona. Por lo que cuentan, ahora te encierran hasta por airear un trapito en la calle-. Afirmo dándole la razón. -Yo creo- continúa ella, animada- que lo que hay que hacer es irse de vacaciones-. Agacha la cabeza y parece guiñarme un ojo. -Ya iremos, peluche, ya iremos.
Aun no le he dicho que me voy a ir sin ella unos días. Me voy a tomar el fresco a una República, a ver qué aires corren por ahí. Voy a hacer turismo del que a mí me gusta: patear las calles de una ciudad donde cada piedra tiene una historia que contar. Los viajes nos devuelven los sueños, se llena el zurrón de imágenes que danzan para siempre entre las neuronas buscando convertirse en cuentos. Esas serán mis vacaciones. La pasta no da para más. Menos mal que ha salido nuestro Ministro de Hacienda como un torero a salvarnos las economías para la próxima temporada, que si no… Se ve que el paseíto de Felipe VI ha sabido a poco y como encima la selección española ha quedado fuera del Mundial, ha tenido que salir Montoro a embaucar a los incautos sobre las rebajas fiscales, que por supuesto sólo le alegrarán el bolsillo a los de siempre. Pero ya sabéis que al pueblo, pan y circo, y cuando el circo falla, hay que darle relumbrón a lo del pan.
– No creas que no te he oído – dice Bardita que se ha sentado ante mí, con cara de enfado – ¿Te vas a marchar y me vas a dejar aquí plantada? – Me agacho y le rasco detrás de las orejas. Al instante gira la cabeza y a su hocico asoma un gesto de placer- Pero si a ti no te gusta ir a ningún sitio…-. Le digo – Pues también es verdad. Pero la culpa la tiene mi sentido de la responsabilidad- alza la cabeza con orgullo – Es que si me marcho, ¿quién va a defender nuestra terraza?-. -Desde luego, como tú, nadie, corazón. Además, con lo que tú y yo disfrutamos bajando al parque y tirándonos en el césped a leer. Eso no tiene precio, Bardita. No creo que haya mejores vacaciones-. – Pues tienes razón, además con lo bien que se está en casa… Bardita empieza a buscar un sitio fresquito bajo mis pies y se dispone a echar una de sus incontables siestas.
Queridos todos, espero que disfrutéis de unas muy merecidas vacaciones y os llevéis buenos libros para leer allá donde vayáis. También os deseo que no os pongáis malos este verano; con la sanidad pública a medio desmontar, ponerse enfermo puede ser mortal. Tampoco os dejéis pescar en alguna manifestación, no vaya a ser que en el trullo no haya aire acondicionado. Casi mejor quedaros en casa, que estaréis más seguros y con unas cervecitas en el refrigerador se pasa el estío tan ricamente. Sarcasmos aparte, os deseo de corazón que este verano, además de pasarlo bien, encontréis la luz entre tantas tinieblas y cojáis fuerzas para luchar por nuestro mundo, el nuestro, el de los trabajadores y los artistas, la gente noble de verdad. A ver si logramos mandar a las cloacas a tanto chupóptero que nos ha caído en desgracia.
Felices calores.
Me gusta y lo comparto contigo , es cierto eso de que los
viajes nos devuelven los sueños y danzan las imagenes entre las neuronas,ojala los conviertas en magicos cuentos e historias interesantes .Disfrutalo.
Un beso,Charo
Gracias, Charo, feliz verano! Besos