Nací en Madrid y mis recuerdos infantiles juegan al escondite en el patio de una pequeña casa en Cuatro Caminos. Allí aprendí la mitad de lo poco que sé. Mi primera juventud fue un paseo por los locos y creativos años ochenta. La música y la fantasía nunca me han abandonado y a pesar de las injusticias y maldades que nos rodean, aún creo en un mundo mejor. Un mundo en el que la cultura sea el plato principal en el banquete de los pueblos. A veces imagino que despertamos y dejamos de hacerle el juego a los que se enriquecen inventándose guerras. Y sigo soñando que borramos las fronteras y liberamos los márgenes.