Hemos vivido una primavera muy productiva. Las calles se han llenado de pensionistas reivindicando lo suyo y lo nuestro, y las mujeres nos hemos puesto, definitivamente, en marcha hacia la igualdad. Hemos asistido a la caída de una presidenta mentirosa y empiezan a llenarse las cárceles de cacos de guante fino. Y al fin, creo que nos vamos a librar de un presidente de gobierno que, para muchos, pasará a la historia como el memo del plasma. Será un alivio ver cómo se expulsa del gobierno de nuestro país a este partido político corrupto hasta las trancas, este gobierno que se vanagloria de una recuperación económica de ciencia ficción que sólo ha logrado hacer crecer el número de ricos y de pobres. Este gobierno que ha destrozado lo público y que ha creado una ley mordaza para mantenernos calladitos. Un gobierno empeñado en silenciar a los artistas sólo puede terminar en el retrete. Por favor, vayan sentándose, que tenemos ganas de tirar de la cadena.
- Pues ten cuidadito, que todavía podemos terminar en chirona – dice Bardita, que acaba de despertar de una de sus siestas.
- ¡Quién dijo miedo! La censura es fascismo puro y la autocensura sólo sirve para avalarla. Yo no me callo. Dejar de expresarse es morir.
- Pues sí que estamos dramáticas hoy – bosteza –. Si, luego, ya verás, estos otros, los de la oposición, no se ponen de acuerdo para nada, así que tampoco creas …
- Ya lo sé, pero déjame que disfrute el momento, peluche. Ver salir del gobierno a estos arrogantes no tiene precio.
- Vale, mañana compramos palomitas y pasamos estos días frente al televisor con tus politiqueos. Total, con este tiempo de mierda que tenemos – dice mirando hacia la terraza.
- ¡Cuidado con ese lenguaje!
- Vaya, ¿dónde habrá ido lo de la libertad de expresión?
- Anda, duerme un rato, que te voy a dar…
Bardita se acurruca en su cama. Cuando se trata de dormir, es la perra más obediente del mundo. Yo, por mi parte, mientras nuestros políticos se envían mensajes, acuerdan, desacuerdan y confabulan sin descanso antes de la Moción de Censura, o de la dimisión de Rajoy, me centraré en lo mío: escribir. Mi nueva novela sale despacio de su útero particular. Los personajes cuchichean por los rincones de mi estudio, se presentan y juegan al escondite. La palabra toma el protagonismo, se hilan las imágenes, los sucesos. Las frases se engarzan y si hay suerte, dentro de semanas, meses o años, habrá nacido una nueva novela.
Feliz inicio de verano