Y LA PASTA, ESCONDIDA ENTRE LOS CALCETINES
Pues a mí, dice Barda estirando el cuello, si me siguieran trescientos perritos me daría un subidón de orgullo. Vamos, que sería la reina del barrio. Estamos en mi dormitorio y mientras yo hago la cama, ella mordisquea uno de sus juguetes. Tú ya eres la reina del barrio, Bardita, le digo. ¿Tú crees? Pregunta…