Nunca me ha costado tanto escribir unas líneas. Sé que tengo que hacerlo o en mi interior algo se irá pudriendo. Aunque he escrito sobre la marcha de muchos seres queridos: la de mi dulce Bardita o la de mi hermana y mi cuñado, sobre tu muerte aún me cuesta hacerlo. Pero hay frases que quieren salir y ponerse en fila ante mis ojos y las escribo sobre esta mesa hecha con mimo con tus hábiles manos y rodeada de muebles fabricados por ti.
Querido papá, te fuiste con la luna llena y, desde entonces, la luz parece empeñada en desaparecer en mi mundo. Contigo se ha ido el hombre más bondadoso que he conocido y nos hemos quedado sin tu sonrisa hermosa y ese brillo en la mirada que lo llenaba todo.
De ahora en adelante la vida será más triste sin el calor de tus canciones, tus versos y tus refranes. Estaré perdida sin tu memoria prodigiosa, tu sabiduría y tu integridad. Me has contado al detalle tantas vivencias, que casi puedo verte saliendo de un saco de carbón, donde te escondieron, en tu regreso a Madrid desde Valencia en aquellos años oscuros de la guerra. Te veo corriendo a bañarte en las charcas del viejo Madrid en aquel tiempo de posguerra. Es fácil imaginarte recorriendo las carreteras en las manifestaciones de Pegaso, aquellas movilizaciones que fueron abriendo la puerta a nuestros derechos y libertades de hoy. No es difícil imaginarlo porque hasta hace bien poco seguiste acudiendo a manifestaciones cogido del brazo de mamá, el amor de tu vida. Siempre solidario, siempre soñando con un mundo más justo.
Cuando éramos pequeñas, jugando, mi hermana elegía a nuestro vecino Federico, amigo de nuestros padres, como futuro marido. Yo no tenía dudas: quería casarme contigo. Ya debía admirarte mucho entonces y ahora no sé a quién le preguntaré tantas cosas de las que tú tenías la clave.
Te recordaré siempre disfrutando de las reuniones familiares. Las de nuestra pequeña familia, tan castigada, que se rompió demasiado pronto. A pesar de ello has seguido queriendo, sonriendo y agradeciendo los buenos momentos.
Llevo en el corazón tu orgullo leyendo mis libros, el brillo de tu mirada escuchando mis palabras en las presentaciones de mis novelas. Guardo dentro de mí ese tiempo compartido, nuestras canciones, tu cervecita para celebrar el triunfo del Real Madrid y esa mirada llena de amor hacia mi madre. ¡Cuánto voy a echarte de menos!
Hemos vivido durante un tiempo en el planeta del dolor, en una extraña orgía de sufrimiento. Debe ser que los buenos están condenados a sufrir mucho en esta mierda de mundo. Pero el héroe sencillo que eras salió huyendo una noche bajo la luna llena.
Querido papá, voy a recordarte toda mi vida como siempre fuiste: un hombre generoso, prudente y lleno de luz.
Ya te echo de menos.
Preciosas palabras, cómo todas las que escribes. Nuestras vidas fueron por distintos caminos, pero nunca olvidaré nuestros momentos juntas cuando niñas, al igual que no olvidaré a tus padres, Emilio y Marina, unos referentes para mí. Sé bien lo que se siente, 11 años después de que se fuera el mío he de decirte que siempre permanecen en nuestras vida. Te quiero Esther😘😘
Gracias, Marga, nuestra infancia, qué risas, qué buenos ratos. Claro que sí. Casi puedo vernos en tu dormitorio echando colonia a una butaca para disimular otros líquidos que se nos habían escapado por la risa. Once años ya que se fue tu padre, ¡madre mía! Siempre estarán a nuestro lado, no lo dudo, pero yo ya echo de menos las palabras de mi padre y su sonrisa. Un beso, querida amiga.