“Todas las familias felices se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera”. Así empieza Anna Karenina, una de las joyas de la literatura universal. El inicio de una novela es una carta de presentación. Con esas primeras palabras, uno puede predecir si la conversación con el autor valdrá la pena. Sin embargo, ese primer párrafo, cargado de magia, no es lo más complicado en el parto literario, al menos en el novelesco. Lo difícil es lograr mantenerse a lo largo de páginas en el mismo escalón de calidad. Para escribir una buena historia, hay que afilar bien el lápiz y cargarse de paciencia.
-Pues tú tienes que tener el lápiz ya más que afilado- dice Bardita- y de paciencia vas sobrada porque mira que tardas en escribir tu nueva novela… – De mis ojos debe haber salido alguna daga porque mi perra se tumba panza arriba. No tengo muy claro si en pose de sumisión o en la suya propia de: me voy a echar una cabezada.
De cualquier forma Barda tiene toda la razón. Mis partos literarios son lentos, tortuosos y descubro lo que quiero contar según lo voy contando. Cada uno es cada cual y sufre sus propios tormentos. Aunque da un poco de vergüenza quejarse de las pequeñas batallas de lo creativo cuando la gente está viviendo auténticos infiernos. En los barrios donde vivimos el común de los mortales la gente lo está pasando mal. El poco trabajo que se encuentra es de esclavo y mal pagado. Trabajos que hace diez años habrían provocado una peineta hoy son el único sustento de algunas familias. La indefensión se va apoderando de nuestras vidas. Hay gente que duerme en la calle y muchos están pasando el invierno más frío de su vida. No porque el frío sea más intenso, sino porque no pueden pagar la luz. Es denigrante vivir en un país donde algunos se llevan el dinero en carretillas hacia paraísos fiscales mientras hay niños y ancianos dependientes sin los cuidados necesarios. Familias que tienen que tragarse las lágrimas porque el amor es el mismo aunque la injusticia siga creciendo. Todo esto es lo que el mal nacido de Rajoy dice que no existe. Rajoy, rodeado de su cuadrilla de corruptos es responsable de la muerte de enfermos tratados como ganado en las urgencias de los hospitales. De la muerte de los enfermos de hepatitis C, de los miles que se suicidan por perder el rumbo sin un trabajo digno. Culpable de que nuestra juventud más preparada tenga que largarse de aquí y de la miseria de familias desahuciadas con bebés en los brazos. Culpable de que el mundo de la cultura se vaya desmantelando lentamente muerto de inanición. Sr Rajoy es usted un canalla y pasará a la historia, sí, pero como el memo que destrozó un hermoso país llamado España.
Yo en tu lugar hablaría más bajo – Bardita se ha sentado y clava en mí sus enormes ojos negros. Parece preocupada– Dicen que nos tienen vigilados. A ver si voy a tener que ir a verte a Soto del Real…-. -No te preocupes, peluche- La verdad es que no sirve de nada cabrearse. Sólo espero que la gente humilde al fin haya aprendido a quién no debe votar. En realidad todo está en nuestras manos, ahora mismo la gran mentira de estos gobernantes es clara como la luz del día. Me levanto y busco una pelota para jugar con Barda un rato. Esta perrita es tan sensible que es capaz de no dormir. Perdón, quería decir, capaz de tener pesadillas, porque lo de no dormir es harina de otro costal.
Que disfrutéis el fin de semana. Yo por mi parte pienso seguir luchando por mis letras. Seguiré persiguiendo a los caprichosos duendes que me cuentan poco a poco esa historia que quiere ser contada.
Feliz vida