Mi buen amigo Pacorro me preguntaba el otro día por qué estoy tan calladita. Es que tengo otras cosas que escribir, le dije sin despegar la mirada de mi cerveza. Él, que me conoce bien, no creyó mis palabras. Sabe que trato de no traer a este blog mis inquietudes sociopolíticas. Que me reprimo para no tener que decir todas las palabrotas que me sé. Que son unas cuantas. Mujer, no dejes que te afecte tanto la situación del país, me dijo. Ya, ya, le respondí, pero estoy tan abochornada que miro al futuro con ojos de espanto. No dramatices, fue su respuesta, ya saldremos de esta. Lo decía con la boca pequeña, porque un momento antes me había contado que él, que aún no ha echado en España raíces profundas, se ha planteado seriamente emigrar hacia mejores destinos. Lo que tienes que hacer, me propuso antes de separarnos, es desconectar un poco, no estar tan informada, ya sabes, ojos que no ven… Pues oye, le hice caso y, mano de santo, lo de no poner el telediario me ha mejorado mucho la bilis.
Tengo que decir, que no del todo, porque tengo el vicio informativo y no puedo pasar el día sin al menos conectarme a algún periódico digital. De paso le echo un vistazo al twitter y me asomo a ver qué se cuentan en el facebook. Como últimamente me estoy volviendo tan famosa, tengo que vigilar el patio. Me han hecho algunas entrevistas estupendas. Menos mal que siempre estoy peinada y con el pintalabios a mano. En serio, da gusto saber que hay tanta gente que ama la literatura, gente como la de MundoPalabras y esos jóvenes entusiastas de De Lectura Obligada. Famoseos aparte, la verdad es que no vengo mucho por aquí porque estoy bastante inspirada y los cuentos me persiguen por la casa. Tomo notas como una loca y a cualquier hora se me puede ver plantada frente al portátil. Así es la dura vida del escritor. Cada uno en lo suyo, tiene que aprovechar los buenos momentos. Como en el sector turístico hay que aprovechar los días de sol. Aunque el sol esta Semana Santa está brillando por su ausencia.
Y eso que a mucha gente, eso le da igual. En Semana Santa, las grandes ciudades se quedan despobladas. Todo el mundo se va al pueblo. Todos menos yo y otros pocos infelices que por no tener no tenemos ni pueblo. Maldita miseria. No exageres, dice Bardita mirándome con sus ojazos negros, con lo bien que estamos por aquí, vigilando los alrededores. Me río y me asombro al mismo tiempo. Creo que a esta perrita le está creciendo un sentido del humor poco común entre sus congéneres. Vale, le digo, pues cuando regresen los vecinos les pedimos un sueldecito por cuidar la finca. Falta nos hace, con la que está cayendo. Y hablando de caer, al fin vemos un poco de lluvia por los madriles. En el resto del país parece que la lluvia sólo le sienta bien a los agricultores, le sienta mal al turismo de playa y le sienta mal a las procesiones. Llevamos varios años viendo a algunos llorar. Yo, que soy agnóstica, entiendo bien las tristezas de los hoteleros, pero me siento incapaz de comprender otros llantos. Sin embargo, me digo que allá cada cual en qué quiere gastar sus lágrimas. Mientras sus aficiones no se financien con mis impuestos.
Dejando a un lado las lágrimas, como decía, mi ciudad se queda despoblada en estas fechas. La gente echa al coche los trastos y a los churumbeles, y se larga al terruño. Mi barrio se queda desangelado. A veces, por la noche, me da por pensar que Bardita y yo estamos casi solas en el edificio. Y en algún momento tengo miedo. Sobre todo desde que me he aficionado a Iker Jiménez y sus misterios. Mira tú que me gusta su programa, pero con esta imaginación portentosa que me ha dado la vida, paso alguna noche mala. Los alienígenas pasean por mi dormitorio y las explosiones solares se reflejan en mi ventana. Pero lo peor de todo son los fantasmas, que no sé muy bien por qué, pero tienen muy mal carácter. La verdad es que debe de ser una putada estar muerto. Sobre todo para los que se quedan por aquí viendo cómo los demás siguen zampando torrijas y viviendo como si tal cosa. Menos mal que con el instinto de protección de Bardita, puedo dormir tranquila. Olería a un fantasma a kilómetros, estoy segura. Y no digo nada si se tratara de extraterrestres… Si hasta le ladra a los chinos. Que nadie piense que es una perrita xenófoba, ni mucho menos, lo que pasa es que sabe que los chinos comen perro. Es tan lista mi chica.
En cuanto la he mencionado ha venido a ver qué le cuento. Qué antena tienes, bonita. Tú no te preocupes por nada, cuando deje de llover, nos daremos un buen paseo. Y esta noche, pondremos rock and roll a tope y bailaremos con las apariciones. Total, no hay nadie para regañarnos.
Estáis todos invitados a la fiesta. Feliz semana.
Me has alegrado el Jueves Santo con tus reflexiones con Bardita.
Me alegro mucho de leerte de vez en cuando. Espero que sigas mucho tiempo «barditeando» (ya que la gente «whatssapea» …) y que nosotros lo disfrutemos.
Bssss
Gracias, Manolo!