Mira, Bardita, te lo explicaré de una forma sencilla -Barda me ha hecho una pregunta sobre las becerradas y está sentada en el suelo frente a mí-. -Unos tipejos sin corazón, arrancan del lado de sus madres a los becerritos de uno o dos años y los arrastran aterrorizados a un destino desconocido. Los meten en una plaza, les clavan espadas y les martirizan de todas las formas posibles. En algunos lugares les cortan las orejas aun vivos, ignorando sus gritos y su agonía. Los becerros buscan a sus madres aterrorizados hasta que caen sangrando, vencidos, mirando al cielo en busca del aire que ya no llega a sus pobres pulmones. Eso va a suceder en San Sebastián de los Reyes en los próximos días.
-!Qué bestias¡ – exclama Bardita y se pega a mis piernas, asustada – no puedo entenderlo-.
-Yo tampoco, pequeña – Le rasco detrás de las orejas para tranquilizarla-.
Los humanos venimos al mundo con un paquete emocional más o menos completo. Dentro de ese paquete mágico, está nuestra capacidad de amar y entre otros dones, la empatía. Se ve que algunos vienen con esa parte amputada. Esos catetos miserables capaces de ensañarse haciendo sufrir a un animal, deben tener castrada parte de su humanidad. La compasión, el ponerse en la piel del otro, es lo que dignifica al ser humano. Quien es capaz de torturar con saña a un pobre mamífero indefenso debe ser despreciado y apartado de nuestra civilización. Son especímenes que tienen alguna incapacidad para evolucionar y apenas se han alejado unos pasos de las cavernas.
-¿Y los políticos lo permiten? – pregunta mi perra, ya más tranquila.
-No sólo lo permiten, lo promocionan y le dan nuestra pasta a los ganaderos, en contra de lo que les pide la mayor parte de los ciudadanos. Luego les extrañará que muchos no vuelvan a acercarse a las urnas en su vida.
-Pues yo creo que me voy a dormir a ver si se me pasa este susto. Lo que me has contado me ha puesto mal cuerpo. Mira que si un día vienen a por mí… -.
-No te preocupes, peluche, te llevarían por encima de mi cadáver.
Bardita se hace una rosca a mis pies y al momento su respiración tranquila me dice que corre por sus praderas oníricas detrás de algún conejo.
Estos días tocan a muerto. La tristeza encoge el corazón de los más sensibles, mientras los otros, los que no han evolucionado, afilan sus cuchillos. Los torturadores tienen vía libre. Pronto seréis repudiados por todos y pasaréis a la historia como los canallas que sois.
Feliz semana