Un abril de hace mucho tiempo, mi hermana Marina, con apenas dos años, salió de casa dispuesta a saborear la libertad. Era una preciosa muñeca y mientras yo nacía en un hospital cercano, se escurrió por alguna puerta entreabierta y recorrió el barrio en busca de aventuras. Casi puedo imaginarla con sus rizos negros y sus ojos pícaros, mirándolo todo con curiosidad y enamorando a los que la veían, asombrados, avanzar por la calle Palencia. Este suceso, que acompañó a mi nacimiento, fue tantas veces contado en reuniones familiares, que a veces creo que estuve allí. En mi memoria se ha grabado la imagen de la comisaría donde finalizó el episodio y puedo ver a Marina sentada sobre las rodillas de un poli bueno mientras golpea con sus pequeños dedos las teclas de una máquina de escribir. Ahora, muchos años después, ha vuelto a escaparse, pero por una puerta que da a un barrio desconocido.
Desearía tener la habilidad de narrar tu historia y todas las que tengan que ver contigo, como si fueran cuentos de hadas, como a ti te gustaba. Pero últimamente no me llegan las palabras.
Desde que te fuiste busco los verbos y adjetivos que sirvan para describir nuestra desolación. Pero a veces las palabras no son suficientes. Quizá por eso nunca me gustaron los desnudos sentimentales en público, por esa incapacidad que tenemos de hablar de lo nuestro, de lo que de verdad encoge nuestro maltratado corazón. Ahora, sin embargo, es inevitable, tu ausencia lo abarca todo y si no hablo de este dolor nunca podré volver escribir una palabra sobre ninguna otra cosa. Y durante un tiempo, que tal vez sea largo, tendré que pedir permiso allá donde vaya para llorar sin consuelo.
Madrid te ha despedido lloviendo sin descanso. El llanto de las ciudades es así, y tu querida Madrid, ha dejado caer sobre nuestras penas litros de agua preciosa que ya no mojará tu boca. Madrid no quiere olvidarte, nunca lo hará, ni yo tampoco. Estarás para siempre en cada uno de mis rincones, cada una de mis letras y cada una de mis lágrimas. Puede que te hayas ido lejos, a algún lugar inalcanzable, pero de alguna forma, siento que estás aquí, jugando al escondite, como en una infancia recuperada, en nuestro patio de Cuatro Caminos.
Hace más de un mes que tuvieron que desconectarte de la vida que tanto amabas. Sin embargo, en algunos momentos, mientras pienso en ti y en mi tristeza, oigo crujir una pared cercana o algún papel se agita con un inexplicable movimiento del aire. Entonces cierro los ojos y me digo: ahora me hará llegar un mensaje, algún consejo o un secreto que no tuvo tiempo de contarme. En algunos momentos juraría que no te has ido, que sigues cerca, en la habitación de al lado, aunque seguramente sea una sensación producto de mi deseo.
A veces miro hacia lo alto y en las nubes veo dragones y seres mágicos que trotan alegres por las praderas celestes. Como heraldos de algún lugar fabuloso, traen tu voz envuelta en sus risas: “Estoy bien”, llega hasta mi oído, “pareces tonta”. Entonces siento que la congoja se afloja y me entretengo un rato fantaseando como una cría. Te imagino organizando fiestas en los bares del cielo, tomando hidromiel y haciendo nuevos amigos recién llegados, para conocerte, de las tierras lejanas del mundo de Fantasía. Veo a elfos, hadas y duendes ligeros como plumas guiándote hacia un bosque mágico donde te desvelan todos los secretos del universo. Después, ya contenta y desnuda, te llevan en volandas hasta la playa de un mar limpio y cálido, el mar que tanto amabas. Y tal vez allí, sentada en la orilla del tiempo, veas llegar una figura grande, de rostro barbudo y ojos brillantes: Alfredo, el amor de tu vida, que ha ido tras tus pasos sin poder remediarlo. Os imagino riendo y bailando bien abrazados mientras las olas os mojan los pies y un sol prodigioso de mil colores se pone lentamente al otro lado.
Olvidaste decirme cómo encontrar la senda de los unicornios.
Te querré siempre, hermana.
Claro que sí, ni lo dudes, eso es lo que ha sucedido. Tu hermana es feliz donde está y aun así no te abandonará nunca, siempre estará contigo. Un abrazo muy fuerte Esther.
Gracias, Emma, un beso
Te queremos niña!
Gracias!!!
Siempre me conmueven tus palabras…como sabes decir para llegar al corazón, claro que primero ha llegado al tuyo. Te queremos como eres y necesitamos que veas que los están mejor que aquí abajo. Un beso grande Esther y no te olvides de cantar.
Gracias, cantaré, cantaré, con tu guía…
Lagrimas lentas, que me apresuro a retirar de la cara, han querido acompañar por unos instantes a las que seguro inundan tu corazón tras tan tristes pérdidas. Que la música te ayude a levantar el ánimo y a sobrellevar tu duelo. Un beso muy grande.
Si, es la desolación inenarrable, difícil de explicar. Te comprendo bien. No nos conocemos pero siente mi abrazo.
Muchas gracias
No hace mucho me dieron la mala noticia,no conocía personalmente a Marina,pero no me hizo falta,porque en seguida me di cuenta de la persona que es y digo es porque al final personas como ella siempre están aquí.Una gran persona,una gran mujer.
Echo de menos tus cosas de facebook y los ánimos que siempre me has dado.Te aprecio y te envió un inmenso abrazo allí donde estas.
Muchas gracias, un abrazo!
Querazon sereine cuaando se Pierde un ser quérido . Que una olbidaremos un abraso grande tia Santi .
Querida tía Santi, ojalá pudiéramos estar más cerca para abrazarte. Te quiero