Siento tristeza por Manchester y tristeza por los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo. Asco por los mercachifles del negocio de las armas, culpables de tanto sufrimiento y pena negra por el fanatismo de todas las religiones. Ese sería mi titular en estos días y, por desgracia, de los que vendrán. La intolerancia y el egoísmo se alían con la estupidez humana. Aún no ha llegado el momento de la cordura. Pero llegará, tarde o temprano, llegará, o eso esperamos muchos. Mientras eso sucede, hay que seguir soñando y poniendo nuestro minúsculo grano de arena para que el futuro sea mejor.
– Pues aquí, me parece que lo tenemos difícil con tanto corrupto – dice Barda mordisqueando lo que queda de un calcetín que me robó esta mañana.
– Sí, en nuestro país la cosa se complica, Bardita. De estúpidos vamos sobrados y de sinvergüenzas, ni te cuento.
– Menos mal que tenemos un buen clima…
– Eso es verdad, vivimos en un país lleno de sol que, energéticamente hablando, no aprovechamos, lleno de ingenieros y científicos que se tienen que ir a otros lares a desarrollar sus profesiones, de artistas que no pueden vivir de su arte, de…
– Vale, vale, ya sabemos: España es así – dice bostezando-. A ver ¿no te habías propuesto ser algo más positiva?
– Sí, en términos generales, sí. Pero es que este país no hay por dónde cogerlo, peluche. Aunque tienes razón, como siempre. Nosotras a lo nuestro, que la vida es breve.
La verdad es que llevo un mayo de lo más intenso. Mi nueva novela ha paseado por la capital del reino, he cantado con mis amigos de Música Tuya en la Fnac y aún tenemos dos eventos importantes: la presentación de la novela en el Centro Cultural Blas de Otero en Sanse y una mañana de firmas en la Feria del Libro de Madrid. Ahí es nada. El sueño de todo escritor.
– ¡Ay, qué ganas tengo de ir a la Feria! – dice Bardita levantando el hocico de forma teatral.
– Bardita, ya te he dicho que te pongas como te pongas, no vendrás conmigo a la Feria, porque si tienes el día torcido y te da por ladrar a los madrileños, nos echan.
– Eres un poco inquisidora, ¿no te parece? Bueno, pues tú te lo pierdes -dice abandonando el calcetín y empezando a ahuecar su almohadón para echar una buena siesta-. Además, qué quieres que te diga, para pasar calor, prefiero esperarte en casa. Yo sólo quería ir por hacerte compañía y que el tiempo se te hiciera más corto…
– Gracias, peluche, ya sabes que el tiempo tiene sus propias normas, a veces se alarga sin medida y otras nos sorprende su brevedad – le digo yendo hacia la cocina a prepararme una jarra de agua de limón.
Cuando regreso, Bardita ya duerme. Es una pena, habría querido seguir hablando con ella sobre ese ente tan misterioso llamado tiempo. Estos días, cuando se ha cumplido un año del momento más terrible que me haya tocado vivir, siento que la bestia del dolor muerde con menos intensidad. La muerte de mi hermana y mi cuñado sigue en la cabecera de mis penas, sin embargo, según van avanzando las semanas, algo me empuja con fuerza hacia arriba, fuera del pozo del que parecía imposible salir. La vida me llama. Aún tengo cosas que aprender y frases que escribir.
De modo que aquí estoy, enganchada de nuevo a la vida y sus quehaceres. Espero que podamos compartir algunos buenos ratos. De momento, si queréis, nos vemos el sábado en el CC Blas de Otero y la semana próxima en la Feria del Libro de Madrid.
Felices encuentros.