El ser humano necesita fabular. Los cuentos siempre han sido un buen telescopio para asomarse al otro lado de las cosas, escupir emociones y reinventar el mundo. En un relato el miedo tiene un sabor diferente, el sexo es más sexy y hasta el tedio puede adquirir el valor de lo heroico. Relato, microrrelato, cuento, narración breve, podemos llamarlo como queramos, lo importante es que el género nos acerca al sueño de otro. O tal vez al propio. De todo esto y mucho más hablaremos en unos días en el Espacio Amarante de Madrid.
-A mí no me apetece ir– dice Bardita que está tumbada a mi lado. -No te preocupes, peluche, tú te quedas aquí para defender el fuerte-. Mi perra levanta la cabeza alarmada y exclama: -¿Es que nos van a invadir?-. -No, sólo es una forma de hablar-. -Pues menos mal, porque con las cosas que dicen en el barrio sobre el de la coleta…- La interrogo con la mirada. Esta perrita pega la oreja en cualquier conversación por la calle, creo que está más informada que yo sobre los chismes locales. -Sí, mujer- me mira con cara de rata sabia -ese que a ti te mola tanto. Aunque hay muchos que piensan que si ganan las elecciones lo tenemos crudo-. -El de la coleta, como tú dices es el líder de Podemos, y no deberías hacer caso de las habladurías, piensa que hay gente muy ignorante, corazón-. -Puede ser, pero hasta la Aguirre ha dicho que le da miedo-. -Bardita, con lo lista que tu eres, parece mentira que te preocupe lo que diga esa señora. Esa no lo dice por ignorancia, como otros, es más bien porque teme que le puedan quitar sus prebendas-.
Menuda lista, la Esperancita, la señora de las mamandurrias, ella sí que tiene peligro. Tengo muchas ganas de que la jubilen sus votantes y nos ahorren el trago de tener que ver sus aspavientos mediáticos. -Mira, Barda- continúo explicándole, aunque veo que va perdiendo interés en la conversación y se está quedando dormida. -Lo de “que viene el lobo” es un juego al que siempre han jugado los poderosos para que no movamos un pie y no reciclemos el panorama político-. Durante la primera transición española también trataron de meternos el canguelo en el cuerpo. La izquierda nos llevaría al desastre, decían. Por supuesto no nos dejamos engañar, el PSOE llegó al poder y ayudó a este país a salir del gris terrible de la dictadura que estábamos arrancándonos con dificultad. España es ahora un país más moderno y algo más culto. Eso sí, nos ha costado más de treinta años ver en nuestro diccionario de la RAE la definición correcta del franquismo: Dictadura. Según contaron el otro día en la radio han tenido que celebrar dos plenos para llegar a un acuerdo sobre el particular. Para mear y no echar gota.
A Bardita está claro que la definición del franquismo le debe importar bien poco. Se ha quedado dormida como el bebé que en realidad es. Hace bien porque estoy a punto de ver un telediario para recibir mi dosis de bilis diaria. Menos mal que tenemos a la Audiencia Nacional currando a destajo. A ver si esta olla podrida que han destapado nos pone en el camino de la segunda transición. Los españoles merecemos mejores gobernantes y los tendremos. Sólo espero que hayamos aprendido la lección: a los políticos no se les puede dar un cheque en blanco.
Y no lo olvidéis, en unos días navegaremos en una nave de cuentos. Emma Cotro, Silvia Sánchez y yo misma charlaremos sobre ese género literario a menudo arrinconado. Nos vemos en Madrid.