En España nos pasamos la vida criticando, somos así. No es que yo desprecie el espíritu crítico, ni mucho menos, pero a todo hay que darle una oportunidad. Desde que ha nacido este nuevo gobierno, esa afición tan arraigada nos hace sacar el puñal antes de tiempo. Yo, por llevar la contraria, declaro aquí y ahora que estoy encantada. Sólo con que sacaran al genocida fascista Francisco Franco del Valle de los Caídos, este gobierno ya tendría mi apoyo y mi simpatía. Mis abuelos, como los de tantos, aplauden desde sus tumbas. Oigo sus voces en la distancia: “ya era hora”, gritan. La espera ha sido demasiado larga, eso nadie lo discute, pero al fin alguien lo está haciendo. Tener un gobierno de mayoría femenina también me parece que va más allá del puro gesto. Es una auténtica revolución en este mundo machista en el que vivimos. La ciencia y la esperanza vuelven a estar en la agenda. No sólo el ladrillazo, el turismo y los negocios de cuatro amigos, que es la condena que sufre nuestro país cuando gobierna el PP. Sin ellos, podremos volver a la senda de la energía limpia, y demostrar al fin algo de inteligencia sacándole provecho al regalo del sol, que es una de nuestras riquezas.
- Yo no sé qué vamos a hacer sin los asuntos turbios del PP, ¡menudo aburrimiento! – dice Bardita que abre un ojo un segundo, sólo el tiempo justo para dejar constancia de que sigue viva.
- Pues tienes razón, pero no te preocupes que pronto tendremos alguna carnaza. No hay pena ni gloria que cien años dure.
Barda ni se molesta en contestar. Mi perra, imagino que, como todos los canes, pasa el verano en reposo, en actividad mínima y, a ser posible, bajo el aire acondicionado. Nuestros compañeros peludos son más listos que nadie.
Nosotros, sin embargo, parecemos bobos y nos dejamos gobernar por gente que nos pone una mordaza en la boca, roba a los pobres para dárselo a los bancos, fomenta un estado laboral esclavista y nos hacen creer que tenemos que estar agradecidos. ¡Manda narices! Pero en pocas semanas se ha abierto una puerta a la esperanza. Creo que ahora estamos de suerte. Tal vez sólo sea un respiro, pero yo pienso disfrutarlo. Ver cómo le retiran las medallas a torturadores como Billy el Niño es como para hacer fiesta. Y aunque me considero ciudadana del mundo y aborrezco todas las banderas, he sentido el orgullo de ser española con el rescate del Aquarius. Ese acto nos ha devuelto la dignidad y muchos sentimos que somos de nuevo un país decente, un país destacado por su solidaridad y no por su corrupción. Al menos en este momento, podemos mirar hacia adelante y soñar un país mejor. Un país del que no tengan que huir despavoridos nuestros jóvenes más brillantes.
Para empezar, no está nada mal.
Desde el córner izquierdo, gracias, Pedro.